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martes, 28 de junio de 2016

Por vosotras dos: Martina y todas.

Dieciséis años en un rincón. En el que la sabiduría y la añoranza reina. La tolerancia y la ternura preside, y el amor junto a la compañia las normas.

Hablo de mi pueblo. Un lugar, en el que no me iría jamás. En él están los recuerdos de mi abuela la cual no conocí, y mi bisabuela, que está hoy en día a mi lado. Cada año que pasa, más cerca siento a la primera, y más lejos la segunda... El fin llega cualquier día, sin poder remediarlo sólo me queda dedicar una entrada a mi querida bisabuela para que dure mucho más.


¨ El calor llega a la villa. Los prados verdes rompen el color con el suave azul del cielo. Al final de la calle un niño revolotea. -Mira abuela! Una avellana. Voy a por una piedra para abrirla.- Vuelve al banco donde la señora y el pequeño pasan las tardes de verano frente a la pradera. El pequeño posa el fruto sobre su pequeño banco que había hecho su bisabuelo muchos años atrás.- Pum!- Niño, dale menudo a la avellana, que te vas a hacer daño.- Pum ( al crío le encantaba cómo su ángel decía lo que en castellano sería con cuidado, o despacio ¨menudo¨). La cáscara se abrió, dio un mordisquito y saboreó- Mmm, que rica está...¨.

¨ En otras tardes, la curiosidad de lo desconocido era primordial para el pequeño. Pues no faltaba minuto para ir al corral de piedra. Frente a los portones de la vieja madera de castaño, y con las vetas y surcos bien profundos. Dentro, un sin fín de herramientas y cosas se almacenaban bajo el polvo y el óxido. Las herramientas del abuelo anaranjadas, telarañas, carbón. Muebles viejecitos. Y una escoba. Le hacía gracia, pues era como la de las brujas de los cuentos, o como en ese momento, la del famoso Harry Potter. Salía a la calle con ella y jugueteaba con ella, y mi abuela mirándome y riendo¨.

¨La sabiduría y la tolerancia que albergaba en ese cuerpo estropeado de las duras labores del campo, y de los años que ya pesaban en la espalda no significaba que al muchacho, con los años se siguiera sorprendiendo. - No se que hora es, pero hace un calor...- Deben ser las cinco y media.- ¿ Cómo lo sabes?- Chico...¿ Ves la sombra del tejado en la planta del borde? Cuando está ahí, son las cinco y media. Efectivamente. La sombra del tejado de la cuadra llegaba a la planta de la fila del jardín al lado de la casa. Justo, eran las cinco y media. Cuando era más tarde, volvía a acertar. Lo que el chico no se daba cuenta de pequeño, es que estar toda una vida en el campo, y ella, al menos diecisés años  sentándose en el mismo sitio, ya domina  hasta el viento que corre por la callejuela¨.

¨ Los tres últimos años las cosas cambiaron. Lo pequeño crece y se cultiva, y la sabiduría, perdura y desaparece... Esas tardes se fueron reduciendo. El chico de repente aparecía con muñecas, a pesar de ser ya un adolescente y para ser exactos, maduro. Cada vez que tocaba ir de visita, tocaba bolsa, una Nancy, y la cámara. Había momentos únicos...- Ya estamos abuela!- Uii, cargado como siempre...- El chico le da dos besos en la mejilla con fuerza, y se sienta en el escaño de la cocina. - ¿ Trajiste las niñas?- Él, sonríe y abre la bolsa. De ella salen una o dos muñecas. Rubias, morenas, cada vez con un conjunto distinto. Ella las mira embobada, como si también la infancia regresase a ella de una forma que no pudo vivir en sus años, con una muñeca. El corazón joven se ablanda cuando ve al noble con esa mirada de ternura y añoranza.- Mírala, que se llama, ¿ Carmen? - No abuela jaja. Esa es Karina, como la cantante, y esa Martina.- La mirada se despista, pero vuelve a ellas...¨.

Hay que ver cómo se desahoga cuando uno siente de verdad. Lo escribí un día, y tras unos meses lo vuelvo a leer y no me lo creo haberlo escrito yo... Os dejo las fotos que había sacado ese día. En el lugar donde las Nancys, no se porque, salen mejor en comparación a otros sitios que tengo.

Era mi rubia patabollo Martina, desempolvando el ¨ De Flor¨, pues llevaba al menos dos años guardado. Había ido a la peluquería para marcar las puntas. Es una de mis joyitas de la colección. Además, justo hoy tomé la decisión de conservar las antiguas en la estantería y no sacarlas a no ser que les saque fotos fijo. Eso de llevarlas y transportarlas ya me da pánico por las articuladas.

Os dejo con tanto texto y os dejo las fotos. Espero que os gusten!!!


 Yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando mi retorno...




 Son la mismas que alumbraron, con sus pálidos reflejos, hondas horas de dolor...




  Y aunque no quise el regreso, siempre se vuelve al primer amor...


 La quieta calle, dónde el eco dijo, tuya es su vida, tuyo es su querer...


Bajo el burlón mirar de las estrellas, que con indiferencia hoy me ven volver...


 Y si, volver a las andadas después de tener el Blog súper abandonadillo. El tema es que Facebook es más rápido y la gente nos concentramos más allí. Pero no dejaré ésto de lado. Un beso enorme!!!!